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A propósito

LEALTAD Y GRATITUD. REGALO AL AMIGO DE SIEMPRE.

LEALTAD Y GRATITUD. REGALO AL AMIGO DE SIEMPRE.

Agosto 13. 87 cumpleaños de Fidel Castro. De mis memorias desempolvo un párrafo que describe el instante en que conocí al invicto Comandante de la Revolución cubana. Fue una mañana soleada de enero. Día de los reyes magos. 6 de enero año 1959. Santa Clara aclamaba al invicto guerrero y sus hombres que victoriosamente detenían sus pasos aquí, en la ciudad de Marta, rumbo a La Habana. Santa Clara mostraba huellas de la guerra contra el ejército batistiano. Diciembre de fuego y combate y de la presencia del Che Guevara y de la guerrilla. Historia conocida.

 

Fidel en Santa Clara, nueve años habían transcurrido de aquel juicio memorable ante un Tribunal de Urgencia. Acusado. Asumió su defensa. Su encendido alegato asombró a los jueces, al fiscal, al público asistente en la Sala. Absuelto.

 

Aquí en Santa Clara, en julio de 1953 permaneció unas horas en camino hacia Santiago de Cuba. Ataque al cuartel Moncada.

 

La historia lo absolverá.

 

En aquel enero 59: reencuentro de Santa Clara con Fidel. Victoria de las ideas. El pueblo feliz escuchó su extraordinario discurso. Comienzo de una nueva era en la vida nacional. Digna confesar que fui uno de los locutores de aquel patriótico mitin, trasmitido y televisado a toda Cuba. Tres días después asumí la corresponsalía del periódico Revolución con su logotipo rojo y negro.

 

Desde Las Villas reportaría momentos de aquella epopeya político-social  liderada por Fidel.

 

Hoy es martes, cumpleaños 87 de Fidel. Y seguimos en campaña. Lealtad y gratitud. Firmes.

 

Sí. Me honra su amistad. Si no fuera por él, no sería lo que soy. ¿Día feliz en mi vida? Aquella tarde cuando el hallazgo del expediente de la causa 543 del Tribunal de Urgencia de la Audiencia de Las Villas. El juicio contra el joven abogado Fidel Castro y su entrañable amigo Benito Besada. Fueron tres días de búsqueda tenaz en las bóvedas, en el archivo de la Casa de Justicia de nuestra ciudad. Cuando aquello era el periodista de Granma acreditado en Las Villas. Comuniqué mi descubrimiento al periódico y su Director impartió instrucciones. Llegué en la media noche a la oficina de Jorge Enrique Mendoza. Y allí junto a él Celia con su sonrisa de hada buena la mano extendida en saludo de hermano. A ella entregue el documento. Horas después conocí el efecto que produjo en Fidel la lectura del aquel frondoso manojo de documentos que revivían pasajes de su vida revolucionaria. Impactó su felicitación. Uno de los mejores premios que fertilizan mi vida profesional.

 

Durante más de veinte años reporté para la prensa cubana las visitas, actos públicos, recorridos y aquel inolvidable ascenso al Pico potrerillo, en enero de 1966, una de las montañas de mayor altitud en el Escambray.

Es su cumpleaños.

 

Dediqué más de diez años a la investigación histórica,

Fidel antes del Moncada. Y tal fue el título del libro que publicó la Casa Editorial Pablo de La Torriente, de nuestra UPEC, con un prólogo de Enrique de La Osa y relatos especiales de Marta Rojas y el escritor colombiano Arturo Alape, que relató a los lectores cubanos la presencia de Fidel en el Bogotazo, abril de 1948. Cuatro ediciones de ésta obra. Satisfecho el autor.

 

 

 

 

 


 

 

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