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A propósito

CRÓNICA DE UN FOTÓGRAFO QUE GRADUÓ DE CORRESPONSAL DE GUERRA LA BATALLA DE SANTA CLARA.

Por Eustaquio, pocos conocían a mi amigo el fotógrafo, hijo de emigrantes de Islas Canarias, Heredó el nombre del padre y lo sufrió hasta su adultéz mayor y el éxodo del campo a la ciudad y asumir con amorosa temeridad el oficio de fotógrafo en estudio y calles, bodas, cumpleaños y otros motivos sociales que ilustraban las crónicas de un periódico de la ciudad. Acreditaba su testimonio gráfico con el nombre de Vergara. Era su apellido, Eustaquio se evaporó- el 28 de diciembre del año 58, siglo XX. Vergara, vinculado a una célula clandestina del Movimiento 26 de julio, cámara en ristre, enrumbó hacia la carretera a Camajuaní escenario de las primeras acciones del Ejército Rebelde liderado por el Comandante Ernesto Che Guevara.

 

El corazón de Vergara dejó de latir el 28 de diciembre de 2003, siglo XXl. Unos días antes del mortífero ataque cardíaco, tras una prolongada partida de ajedrez, ganada por él, me condujo a su laboratorio fotográfico, abrió una gaveta, de su rejuvenecido buró, (herencia de Don Eustaquio), extrajo un sobre amarillo, decorado con letras rojas, “Batalla de Santa Clara.

- Conserva y utiliza estos negativos de una batalla que me graduó de corresponsal de guerra.

 

Fotos de la autoría de Vergara, se publicaron en las ediciones especiales del periódico Revolución y en la Revista Bohemia en enero de 1959.

 

 

II    Las mil palabras de una imagen

 

Sentencia el refranero universal que una imagen expresa más que mil palabras, paradigma que suscribo cuando examino el testimonio gráfico del Che en Santa Clara,  durante la guerra u otros instantes después de enero del año 59, en esa incruenta batalla que libró en tiempos de paz para dotar a Cuba de armas económicas que protegieran al ejército de gentes sin trabajo, la herencia sórdida que asumió la Revolución. Las Villas, una de las seis Provincias en aquella época, es un ejemplo irrefutable.

 

Existe una foto del Che Guevara que rivaliza en popularidad con esa imagen nostálgica, impresionante, universal, captada por Alberto Díaz, (Korda), cuando los sucesos trágicos del vapor La Coubre en 1962, o la otra que muestra al Guerrillero Heroico en campaña con elebrazo en cabestrillo, su boina negra y mirada serena o aquella de Tirso Martínez, captada en el Escambray, Che en su caballo jinetea por la montaña.

 

La fotografía a la que hago mención,  presenta a Guevara sentado en una butaca de armazón de hierro, cómoda, con las piernas cruzadas,  sus botas sucias (es visible el lodo acumulado por días de acción insurgente de zonas boscosas, preñadas de peligro); el fusil reposa en el piso junto a su mano derecha que sostiene un tabaco diminuto. Fuma absorto, imperturbable, concentrado en la lectura de algunos documentos.

 

¿Autor de la foto? Mi amigo Eustiquio Vergara, Sancti Spiritus, 1916; Santa Clara, 2003. Dicen que la Batalla de Santa Clara lo graduó de corresponsal de guerra.

 

Vergara poseía desde el año 1952, un estudio ubicado a pocos metros del sitio estratégico por su altitud, ocupado por el Che y sus hombres: planta intermedia de un moderno edificio construido para máquinas impresoras, oficinas y hábitat familiar del empresario Sergio Fernández.

 

Desde su azotea se captaba a un primer golpe de vista, el majestuoso cuerpo de la ciudad, intranquila y sorprendida. Los adoquines de la calle Independencia, arteria comercial de Santa Clara, vibraban ofendidos ante el paso insolente de tanquetas, yipis y otros equipos pesados y ligeros del ejercito bastistiano en ronda incesante. El bullicioso Ten Cent, frente a la imprenta La Nueva, permanecía solitario y silencioso. La guerra imponía sus leyes.so onde estaba el Che,  frente a la,  y silencioso; la guerra sus leyes.

Con su cámara Kraungraf  120 en ristre, Vergara, experto en fotografiar bodas, bautizos, cumpleaños, banquetes y otros motivos sociales, se transformó, por convicción revolucionaria en fotoreportero. Sus testimonios gráficos de aquellos lejanos días permiten al historiador reconstruir pasajes de horas saturadas de olor a pólvora, heroísmo, sacrificio y dolor. La muerte asomaba por cualquier sitio y una bala alocada rompía una vida. Acerca de ello alertó el Che al activo fotógrafo y a otros civiles curiosos:

“_ ¡Cuidado con los francotiradores! _”. Atronó el jefe guerrillero y no se repitió en el consejo.

 

Vergara afirma que su histórica foto del Che en la imprenta La Nueva data del  mediodía  del 31 de diciembre -  año 1958. Mediodía.

 

Virtualmente Santa Clara está en poder del ejército rebelde.  Aleida March, ayudante del Che, me confirmó en mayo del año 1997, el lugar que cita el fotoreportero y advierte que se escogió por su posición estratégica, para detener el patrullaje de una tanqueta batistiana, vulnerable al disparo de bazuca.

 

Che situó la bazuca en el sitio elegido para la acción, impartió instrucciones, se acomodó  en una butaca de oficina y repasó un manojo de notas.

Vergara apretó el obturador de su cámara. Una y otra vez hizo circular la película. Más tarde, movido por la curiosidad,  dice: “fui hacia un nuevo objetivo, la azotea del edificio que abría a mis pupilas otro horizonte de interés: Santa Clara  y su paisaje después de una batalla. Fue cuando el Che dijo: “aléjense que es un punto ideal para un francotirador. Cumplí la orden en menos de un minuto. Y otra gente también. Era incesante el ajetreo humano.”

“Che atraía por su leyenda y ejemplo, y yo no era ajeno a cuanto ocurría en su entorno. Cometí una imprudencia ingenua tal vez, pero si hoy puedo contar esta historia feliz, es gracias a aquella orden severa, oportuna e impostergable”.   

 

Fuente: Aldo Isidrón del Valle.

 

 

 

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